CLÁSICOS DE APARATA 5


NO CONFUNDIR COMODIDAD CON COMODIDAJE


Que no, Que no debería ser una pecado capital sino una pena minúscula. Que es placer de pocos quedarse en la cama hasta que un evento externo lo obligue a uno a pararse, tal como puede ser una llamada, el timbre de la puerta o el almuerzo servido. Pocos placeres mayores a quedarse botado en la cama, sofá o silla ubicada frente a la televisión. Confieso que en una época tuve la debilidad de hacer ejercicio, aunque ya fueron tiempos pasados. (Antes del año 93, época en la que solía yo destinar mis tardes a saltar en minitramp ataviado con la sudadera del colegio). Y era un sujeto deportivo, ahora lo admito. Y no sudaba subiendo una escalera o abriendo un libro. Y bueno, si. Tuve six pack cuando adolescente. Pero la repentina inflamación de mi apéndice y su posterior extirpación permitió que me encontrara con mi actual estilo de vida, con los inevitables resultados visibles en la superficie de mi estómago.
De esa experiencia hospitalaria me quedaron un par de enseñanzas que me han mantenido dentro de los márgenes de la sociedad y que me enseñaron mucho sobre mi mismo:

1: La única razón por la cual llevo una vida respetuosa de la ley es por el miedo a que en la cárcel sirvan el mismo tipo de comida que en la clínica.

2: La bondad emana de mi mágicamente en forma de una pereza infinita que me evita realizar malas acciones.

Así que si por casualidad llego a cometer algún delito sin duda será uno que me permita tener la casa por cárcel. Crimen y premio.