ADIÓS A UN BAR


Siempre es bueno un lugar donde todos conozcan tu nombre. Y, aunque este no era el caso de Porch, por lo menos se podía ir cualquier día y charlar con el man detrás de la barra mientras disminuía el nivel de la cerveza y aumentaba el de la conversación. Y, oh, sorpresa desagradable, me he enterado hoy que cierra sus puertas por alguna razón que aún no conozco. Y ya se había vuelto un lugar común entre mis colegas vernos allá, con su cerveza de precio moderado y música de igual gusto. No es que fuera la locura de bar. De por si, la imagen que acompaña este texto es un montaje con otro bar, y el baño de Porch distaba mucho de separar los géneros, y tocaba pisar con cuidado porque sus asiduos clientes no hacían gala de buena puntería. Y sea esta la oportunidad para escribir sobre esos bares en los que dejamos horas, dinero, hígado y buenos momentos. El primero que viene a mi mente no fue uno que yo frecuentara, ya que pertenece más al terreno de la ficción. Se llamaba Cheers, y allí se acodaba el siquiatra Frasier Crane y mojaba la depresión luego de haberse divorciado. Luego, y por el mismo medio, conocí el bar de Moe, y por el cine vi decenas más, como aquellos es los que Chinaski pasaba su tiempo. Con la mayoría de edad llegó el ansia de buscar un lugar real y, a mitad de carrera, luego de beber en El Cuchitril, caseta de mecato cercana al león de Greiff y al edificio de Arquitectura,llegamos a Donde el Paisa (si usted ha bebido en tiendas, le voy 10 a 1 a que bebió en una tienda llamada "Donde el Paisa"). Luego divagamos y vagamos en esa época difícil en la cual se dió un falso paro en Bavaria que nos obligó a elegir entre Cristal Oro, Caribe o Leona durante los dos meses más largos en la historia de mi vida etílica, hasta que se agotaron las reservas de estas "cervezas" que ni el diablo ha de tener en su casillero. Por esa época, en la que solíamos beber en el Chorro de Quevedo, descubrimos, por la zona y en el segundo piso de una Lavandería, el bar La Gartija. Ese si era un lugar donde daba gusto ir. Hasta que lo quitaron. Sin previo aviso. En esa época no disfrutábamos del intoxicante impulso del baile que nos llevó a El Chango, 23, Las Moscas, Lava o Ácido Bar por nombrar los de la zona, así que continuamos nuestra dipso - rutina en los arbolitos junto al edificio de arquitectura, y ocasionalmente comprábamos mecato en el cuchitril, viendo a las inalcanzables niñas de artes. En una caminata a por más provisiones alcohólicas nos abordó una niña con un volante de un bar cercano a la Nacho, y cual no sería nuestra sorpresa al ver que sobre la entrada del pequeño local rezaba un familiar título: La Gartija. estaba de vuelta, y cerca a la universidad. Ese si era un lugar al que ir, donde el sujeto de la barra saludaba con una sonrisa, donde uno podía dejar una razón o recibir una razón, y donde llevaban la cerveza a la mesa antes de que uno la pidiera. No bien cerró y yo entré a trabajar en la biblioteca, empecé a frecuentar una tienda a la salida de la misma, y no pasó nada memorable hasta que un amigo compró un bar y encargó a quien esto escribe para que lo administrara. fue así como me volví el hombre tras la barra de Universal Bar entre la Tadeo y la Distrital, bar en el que sonaba lo que el genio del administrador -mesero - DJ mandara, hasta que el vulgo impusiera su deseo, y en ese entonces me pidieron una canción que nunca había escuchado de unos cantantes que ni sabía que existían, pero de un ritmo que yo estaba seguro de no haber oido jamás, pero que decía algo así:

feliiiina
yo! heyyyyy! a la reconqui' ta... dios los bendigaaaa... feliiiina! escucha... feliiiinaaaaaaaa! tu cuelpo es tan provocante que me lleva a milalte alogante y estoy loco que acabes de soltalte y bailemos toa' la noche felinaaaaa!

Si, señores. Fui uno de los primeros que puso Reggeaton en Bogotá. Enciendan sus antorchas y busquen los rastrillos, me lo merezco. igual mi intento por poner algo de viejo rock, unido a las deudas del dueño, lo llevaron a vender al bar y a mi a buscar uno. Luego llegó la época de los colegas viviendo en pareja cerca a al U, lo que evidenciaba la facilidad de buscar bares cercanos a la zona, y así llegamos a Porch. Lo más parecido a Gartija desde entonces. Y también se va. Por lo menos, esta vez lo se con anticipación, y lo despediré como a un viejo conocido.

Porch en MySpace