NO SEÑALES


Sucedió en una fiesta navideña. Resignado estaba yo a no bailar con nadie, debido a que ya he expresado antes que el don del baile les fue negado a los Vargas desde hace generaciones. Me dedicaba a mi habitual labor en cada fiesta, es decir, programar la música, en los tiempos del LP de los cañonazos bailables, y tan abstraido estaba yo buscando el bikini que le faltaba a la pobre "modelo" de la carátula que no vi que se me acercó aquella linda niña. No me excederé en descripciones, pero baste decir que tenía todo lo que una mujer debía tener, y en generosas proporciones. Se soltó coquetamente el cabello a la vez que rozaba mis dedos mientras cogía el cassette que yo tenía en las manos. -¿Te gusta el jazz?, me preguntó, al leer el nombre de Billie Holiday escrito con kilométrico. - Oh, si, - le respondí inmediatamente, mientras evitaba que mi baba cayera sobre el tocadiscos- logra excitarme a veces. - Yo podría excitarte siempre- respondió, mientras jugaba con el cuello de su camisa. Perfecto, pensé en ese momento, una mujer que toca música jazz.Cuando recuerdo aquella fiesta no dejo de pensar que tal vez me porté un poco lento, a juzgar por el rostro contrariado de ella y su posterior huida. No es por justificarme ahora, pero debemos admitir que los seres humanos no siempre solemos dar las señales correctas, y hasta algunos tenemos problemas de lenguaje. Del lenguaje del cuerpo.

Se preguntarán a donde quiero llegar con esta entrada. Pues bien, hace un buen rato yo también me lo pregunto, y como todos llevamos un tiempo metidos en esto es mejor darle una salida digna.

Inspiró esta entrada un artículo que leí en una revista hace algún tiempo y cuyo nombre no tuve la prudencia de memorizar, pero que hablaba de las señales equívocas según cada cultura. Por ejemplo, en Inglaterra constituye un gran error tratar de pedir dos cervezas en un pub de la manera habitaual, es decir, levantando los dedos índice y centro haciendo una uve, ya que allá enseñar esos dos dedos es similar a acá enseñar sólo el del medio. En Japón es más fácil conseguir el alcohol, pero ni por el diablo se le ocurra a ud, lector que quien sabe si vaya a Japón, brindar diciendo el clásico "chin chin", ya que ésta constituye una de las maneras de denominar el miembro masculino, algo así como ir a mamar ron a la costa y gritar antes de dar un trago: ¡Mondá!. Otro caso? Me alegra que pregunten. En India, por ejemplo, mueven la cabeza de izquierda a derecha para decir si, más o menos como el chavo. Los árabes eructan para agradecer una buena comida, costumbre que unos pocos visionarios hemos intentado implantar en Occidente. En España, como muchos sabemos, se saludan con un beso en cada mejilla, y en Argentina, aunque es uno solo, lo aplican también entre hombres. (Si alguna vez voy a Argentina a conocer al maestro Sabato, me limitaré a extender la mano.)

Asi que ahí tienen, las señales equívocas entre hombres y mujeres se deben a que ambos géneros pertenecen a culturas muy diferentes, aunque jamás aceptaría que ellas son de Venus y nosotros de Marte, so pena de ser tildado de lunático.