LA MULA (2018) ¿NO ES PAÍS PARA VIEJOS?




 Eastwood se ha convertido en el abanderado de un cine que ya no existe: el del tipo rudo. En la actual sociedad de la generación copo de nieve llena de individuos con una alta capacidad de indignación, el clásico cine que representa Clint, sucio, mal hablado y políticamente incorrecto, está condenado a desaparecer. De agreste vaquero en las películas de Sergio Leone a octogenario en quiebra en La mula, Eastwood nos ha presentado la vida de un sujeto inconforme que se adecuaba muy bien en los ochentas de Harry el Sucio, pero que nota como el mundo alrededor se convierte en algo ajeno. Eastwood sin duda extraña la época en la que se podía acabar con un villano por el simple hecho de eliminación por plomo, sin riesgo a ser tildado de racista o sádico. Una cinta como su excelente “un mundo perfecto” jamás vería la luz en un universo plagado de espacios seguros y hashtags complacientes. O, en sus propias palabras, una “generación de blandengues”. En una sociedad cada vez más infantilizada, se necesitan más Clint Eastwood vacunados contra el sentimentalismo y la corrección política, que equilibren la balanza hacia un cine más maduro. En palabras de George Orwell: “La libertad es el derecho de decir a la gente aquello que no quiere oír”.