La entrada que usted está leyendo es en realidad un meme piadoso. Toda persona que interrumpa su lectura en este instante sufrirá terribles consecuencias.
En cambio, quien leyere hasta la última letra de la última palabra de esta entrada, lo copiare en su bló e invitara a 20 amigos a seguir el meme, verá como su existencia se llena de una felicidad insospechada, a la vez que de una prosperidad sin límites nunca antes vistos: recibirá 114 comentarios por entrada, su contador de visitas se disparará hasta alcanzar cifras que ni sabía que existían y no habrá quien lo tumbe de Blogalaxia.
Esto no es un chiste. Se trata de una simple oración que debe ser pegada en el bló y leída cada tercer día:
*El miedo a que una entrada no guste provoca una retorcida forma de autocensura. Una autocensura que coarta mi libertad artística y comunicativa. Yo no soy un medio de comunicación forzado a vigilar mi popularidad. Tengo el privilegio de no tener por qué tener miedo al mercado ni a las críticas... ni al olvido. ¡No lo tengamos!
*Es posible que sea feliz si una de mi entradas se hace popular y se difunde por la blogocosa. Pero me comprometo a no buscarlo, ni escribiendo lo que considero más popular, ni de ninguna otra forma.
*Soy una persona compleja, no una máquina especializada. Por ello, escribiré aquello que me parezca interesante compartir, sin importar su temática ni su idoneidad.
Y, en resumidas cuentas:
-Este es mi bló.
-Actualizo cuando quiero/puedo.
-Yo me lo guiso, yo me lo como.
-Si a alguien no le gusta, que no lo lea.
La copia original de esta breve pero efectiva oración fue escrita en un convento de las hermanitas descalzas. El original dió ya la vuelta a la blogosfera siete veces y ha sido traducida a catorce idiomas, beneficiando a blogueros de todo el mundo. Y ahora es su turno. En caso de que haga lo que aquí se le indica, el meme asegura que se cumplirán sus más recónditos deseos. Tan recónditos que ni usted mismo sabe que los tenía. Así que es probable que no se entere que se le cumplieron. Pero así será.
El carnicero de un céntrico negocio en Pitalito rompió la cadena y dos días después se lo comió el UVR. En contraste, un alto ejecutivo de Coltejer recibió el meme, ordenó juiciosamente a su secretaria que lo reprodujera e invitara a 20 amigos. La siguiente semana la secretaria ganó el baloto. Roberto Izquierdo, vendedor de mango con sal en una plaza de Pisco en Perú, recibió el meme pero se olvidó de invitar amigos. Falleció 10 años después. Un congresista del Cesár se acogió a las normas del meme y ha salido limpio de cuanta acusación le han endilgado. Un conocido bloguero de Puerto Rico, que perdía el cabello en alarmantes proporciones, recibió el meme y procedió a copiarlo en su bló e invitar a veinte amigos, gracias a lo cual a los pocos días se encontró un sombrero abandonado en una buseta.
No lo olvide. Copie la oración, reprodúzcala en su bló e invite a veinte amigos a que hagan lo mismo. No rompa esta cadena de credulidad.
ManifiestoMeme