LA MALDICIÓN DEL DEJA VU (The libertine de Laurence Dunmore)


Las cintas sobre personajes históricos reales tienden a verse opacadas por el peso de la realidad en contra de la ficción. Y este peso se acentúa cuando la realidad se ha plasmado en una obra de teatro que es llevada al cine. Y si le sumamos que el tema del artista transgresor e incomprendido ha sido explotado durante años en el cine, (Wilde, Quills, por ejemplo) tenemos que una película como El Libertino tiene muchos elementos para ser juzgada duramente. Pero tratemos de ser imparciales y juzguémosla por ella misma, sin el contexto que le afecta.* * * * *

John Wilmot (Johnny Depp) es el segundo Conde de Rochester, un poeta y escritor libertino (como se puede aventurar por el nombre de la película), cuya difícil relación con el rey Carlos II (John Malkovich) de Inglaterra marcará la línea argumental de la cinta sobre un personaje lleno de contrastes, si me permiten usar el cliché.

Visualmente bien lograda, aunque falle en la iluminación en un vano intento por iluminar las escenas con velas como si lo lograra Kubrick en Barry Lyndon, la película sin embargo no logra crear a un protagonista convincente, tan preocupado por ayudar a sus semejantes que desvirtúa la idea original de un ser autodestructivo y amoral. Es una película lenta, pero no en su totalidad, sólo los primeros 60 minutos, la restante media hora se desenvuelve con mayor facilidad, enseñándonos un Depp más visceral y colérico de lo que estamos acostumbrados, en una actuación que algunos no dudarán en postular para un galardón. Como siempre, malkovich sobrio e impresionante, realizando a un rey con una naturalidad similar a cuando interpretó a Carlos VII en The Messenger: The Story of Joan of Arc. Impresionante la actuación de la semi desconocida por estos lares Samantha Morton, en el papel de una actriz que evoluciona profesionalmente bajo el ala tutelar de Wilmot, y a quien los más cinéfilos recordarán como la encantadora y muda Hattie en la deliciosa Sweet and Lowdown de Woody Allen, así como destaca también la hermosa Kelly Reilly.

Vale mencionar que los personajes femeninos fueron en su gran mayoría muy bien interpretados en una historia que el guionista se esforzó por mostrar que no necesitaba personajes femeninos. Para los amigos de las comedias de la BBC, allí encontrarán a un perverso sirviente de nombre Alcock (las referencias sexuales son evidentes), interpretado por Richard Coyle, quien hacía el papel de Jeff Murdock en Coupling, y aquí nos enseña una vez más sus dotes actorales. Pero no es por actuación por donde flaquea The Libertine. Sus escenas son muy largas y sus diálogos por momentos muy densos, situación que evidentemente se da al ser un producto derivado directamente del teatro, y su mayor desfase es el de emplear al mismo autor de la obra, Stephen Jeffreys, para que hiciera la puesta en escena, lo que supuso que Jeffreys no estuviera dispuesto a sacrificar su visión de la historia al pasarla al lenguaje del cine. Al final, aunque es un producto agradable y con buenas actuaciones, queda la sensación del ya visto, de la situación repetida en otra cinta antes. Esperemos otros trabajos de este nuevo director que parece tener madera para productos más elaborados y personales.

Recomendada para historiadores, curiosos de la monarquía de la Inglaterra del Siglo XVII y detractores de Jhonny Depp que quieran ver como se pudre de sífilis.

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